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    10 Sep '09

    El césped artificial, piedra angular del deporte municipal

    Cada día resulta más difícil encontrar en España un municipio con más de 5.000 habitantes que no cuente con un campo de hierba sintética

    El césped artificial se ha convertido en un elemento primordial para la promoción del deporte por parte de los ayuntamientos. Los cientos de municipios españoles que en los últimos años han incorporado esta superficie en sus instalaciones deportivas han comprobado de primera mano el efecto dinamizador que la hierba sintética tiene, consiguiendo incrementar el número de usuarios y mejorar el aprovechamiento de los recursos e inversiones, además de otros beneficios de carácter medioambiental y social. Así lo certifican las opiniones, recogidas por Notigras, de un grupo representativo de responsables municipales y autonómicos en materia de deporte, que apoyan y recomiendan el uso de este pavimento.

    Poco tiene que ver el mapa actual del deporte municipal español con el que existía hace una década. En poco tiempo, las instalaciones públicas dependientes de los ayuntamientos han experimentado una profunda remodelación y modernización, lo que ha facilitado y mejorado notablemente las condiciones para que el conjunto de la población practique ejercicio físico. Un cambio del que también se han beneficiado los clubes federados y los equipos del deporte base, que han elevado su rendimiento. En esta transformación, el césped artificial ha tenido un papel determinante, sobre todo en lo que se refiere a la renovación de los campos de fútbol, donde la mayor parte de los inseguros terrenos de tierra se han reconvertido en confortables superficies sintéticas. Este sistema de suelo también ha sido clave para la creación de canchas punteras de otras disciplinas como pádel, tenis, golf, rugby o béisbol.

    El rechazo que arrastraban las primeras generaciones de césped artificial -sobre todo por la abrasividad que antes tenían- ha quedado enterrado en el pasado con la aparición en los últimos años de nuevos e innovadores sistemas. Ahora ocurre más bien lo contrario. Cada día resulta más difícil encontrar en España un municipio con más de 5.000 habitantes que no cuente con un campo de hierba sintética. Este tipo de proyectos encabezan hoy las demandas que realizan los ayuntamientos en materia deportiva, como se ha visto recientemente con el Fondo Estatal de Inversión Local puesto en marcha por el Gobierno central, donde estos proyectos figuran entre los más solicitados por los consistorios.
    El ejemplo de Madrid y Barcelona

    Las dos grandes capitales del Estado, Madrid y Barcelona, son un claro ejemplo de la apuesta por el césped artificial. En el caso de la Ciudad Condal, el plan de inversiones para el periodo 2009-2011 contempla la creación de 17 campos de fútbol con este pavimento deportivo. "Hay una demanda muy importante de esta superficie por parte de los clubes de fútbol", constata Martí Niubo i Baqué, director de instalaciones deportivas del Ayuntamiento de Barcelona. "Queremos conseguir que en ocho años todos nuestros campos de fútbol sean de hierba artificial", señala. A su juicio, la última generación de césped artificial ha supuesto un "avance espectacular" y considera que en lugares "donde la climatología es la que es, como Cataluña, el césped artificial es una opción muy interesante", ya que "asegura una estabilidad de las condiciones del campo". "Es una superficie que permanece estable a lo largo de toda la temporada", concluye.

    En la ciudad de la Cibeles, el Ayuntamiento mantiene su compromiso con la expansión del césped artificial en su red de instalaciones deportivas, como lo pone de manifiesto el plan para cubrir con fibras sintéticas otros 20 campos de fútbol (15 de fútbol 11 y 5 de fútbol 7) en los próximos meses, con cargo al Fondo Estatal de Inversión Local y a las arcas municipales. Y es que, el propio alcalde, Alberto Ruíz-Gallardón, está convencido de que el césped artificial es una opción "extraordinariamente adecuada" para lograr "el fomento de la práctica del deporte", según afirmó en declaraciones a los medios de comunicación.

    Y es que, además de mejorar las condiciones para la práctica del deporte, la experiencia ha demostrado que las ventajas que aporta una cancha de césped artificial aportan en varias direcciones: beneficios medioambientales, económicos, de mantenimiento e, incluso, de técnica deportiva. Para empezar, contribuye a cumplir un objetivo perseguido por todos los ayuntamientos: el ahorro de agua. Un campo de césped artificial requiere un 90% menos de riego que uno de hierba natural. Al mismo tiempo, permite hacer un uso casi ilimitado de la instalación, ya que se calcula que de media es utilizado 1.800 horas anuales, nueve veces más que una cancha de hierba natural.

    Esta mayor disponibilidad junto con las mejores condiciones del terreno de juego hacen que se incremente el número de usuarios, atrayendo además un espectro de aficionados más heterogéneo en edad y nivel físico, elevando también el público que presencia los partidos. En definitiva, crece también considerablemente el rendimiento económico (a más horas de uso, más usuarios y público) de una instalación y se abre un mayor abanico de posibilidades en cuanto a la gestión de un campo. Otra mejora añadida de la proliferación de este pavimento en el deporte municipal es que su implantación suele propiciar una modernización y renovación de otros equipamientos asociados a los complejos deportivos (vestuarios, graderío, accesos).

    En ciudades de mediano tamaño como Logroño la hierba sintética también despierta una gran aceptación. "Cada vez que hemos construido nuevos campos artificiales hemos notado un incremento de los usuarios", destaca María José Rodríguez, directora técnica de la sociedad municipal de gestión Logroño Deporte. La capital de La Rioja es una de las ciudades punteras a nivel estatal en la aplicación del "verde" sintético, lo que ha tenido un efecto directo en el rendimiento de sus instalaciones deportivas. "Los campos de tierra o de hierba natural no pueden tener un uso diario, bien por lluvia o por razones de mantenimiento. Sin embargo, los artificiales casi no tienen límites", apunta Rodríguez.

    También para los municipios menores la apuesta por el césped artificial es muy beneficiosa. Así lo ve José Carlos García-Consuegra López-Menchero, gerente deportivo del Ayuntamiento de Daimiel, una población de la provincia de Ciudad Real de 18.000 habitantes. Según explica, un campo de césped natural puede utilizarse "durante un número limitado de días a la semana por razones de mantenimiento", sin embargo, uno de césped artificial puede estar abierto "durante doce horas al día los fines de semana y nueve horas entre semana, ininterrumpidamente pasando jugadores". "Hoy en día existen productos de césped artificial muy competitivos y similares a la hierba natural, hasta en el color", resalta.

    Mejoras en el paisaje urbano

    Pero no sólo en el ámbito del deporte municipal el césped artificial ha dejado su huella, sino también en el urbanismo. En los últimos años, este material ha sembrado su semilla en rotondas, jardines o plazas de numerosas poblaciones, que han optado por su uso como elemento decorativo y ornamental, mejorando así el paisaje urbano. Un ejemplo singular es el recorrido del tranvía de Parla (Madrid) que incorpora el césped artificial, enriqueciendo así el urbanismo de este medio de transporte. "Hemos constatado que el césped artificial es una alternativa que permite subsanar una gran parte de los problemas hídricos asociados al uso de césped natural", afirma José María Fraile Campo, primer teniente alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Parla.

    Como es lógico, los ayuntamientos siguen apostando por incrementar las zonas verdes con vegetación natural, pero en determinados espacios que son neutros o que forman parte del ambiente urbanístico más duro y árido, la aplicación de la hierba sintética es una alternativa que cada día cobra más fuerza. Por ejemplo, en una rotonda en mitad de una vía llena de tráfico, donde una planta estaría ahogada por la contaminación, es más funcional esta opción. Este material es ornamentalmente muy vistoso y no necesita riego, con lo cual ese ahorro de agua se puede utilizar en zonas verdes debidamente acondicionadas.

    La contribución medioambiental del césped artificial -tanto el de uso deportivo como el decorativo- es importante y no sólo por el evidente ahorro de agua. Además, no requiere abonos y fertilizantes, que son contaminantes y hay que manipularlos de una forma correcta. Tampoco necesita máquinas de cortacésped, como ocurre con la hierba natural, por lo que tampoco se consume carburante ni se generan emisiones.

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