No es muy frecuente encontrarnos con un caso en el que un encargo profesional consista en tomar un edificio construido recientemente para convertirlo en un edificio totalmente diferente. Éste fue el reto con el que se encontraron los arquitectos Jerónimo Junquera y Liliana Obal.
El edificio conocido como "Torre M-30" se levanta en la confluencia de la M-30 y la Avenida de América de Madrid, donde Junquera define el tránsito vehicular como
"un río caudaloso" .
La ubicación que tiene el edificio podría definirse como mirador privilegiado, ya que tiene una excepcional vista sobre el perfil de la ciudad. La torre original perteneció a una empresa de seguros, pero ahora lo ocupa la firma Gamesa, especializada en tecnologías para la sostenibilidad energética.
De la construcción original se rescató el esqueleto estructural, aunque redefiniendo nuevos interiores y formas de uso. Pero la intervención consistió en "vestirla" de tal modo que su desnudez de acero y vidrio quedara oculta detrás de un ropaje sutil, como en gasas y sedas.
Los interiores debían protegerse también con un marcado aislamiento térmico (sobre todo por la incidencia plena del sol) y acústico (pasan una media de 100.000 vehículos diarios), así como garantizar una iluminación natural difusa.
Los proyectistas se propusieron dar una respuesta adecuada a todos estos condicionantes utilizando materiales de uso corriente y coste razonable.
El resultado fue una secuencia irregular y desfasada de aleros de distinto ancho, combinados de tal forma que impide a los rayos solares llegar hasta la fachada en verano, otoño y primavera. En invierno, en cambio, la radiación incide lo suficiente como para calentar el interior.
La malla de aleros también convierte la radiación lumínica directa en indirecta, y cumple la función de romper las ondas sonoras.
La torre original fue literalmente envuelta con una nueva fachada de doble vidrio montada en una carpintería de aluminio y sobre ésta se colocaron los aleros.
Las fachadas del edificio se visten con varios tipos de acristalamiento de acuerdo con la orientación de cada una de ellas.
"Se optó por poner, en tres de ellas, un doble acristalamiento formado por Neutralux® de 6 mm en su luna externa, cámara de 12 mm y en su luna interna Multipact® Akustex® L9" , señala Alberto Gómez, Gerente de Marketing de
Vitro Cristalglass. Agrega que en la fachada más expuesta al sol se colocó Solarlux® Supernatural 70/40, un vidrio con la propiedad de filtrar la luz solar reduciendo la luminosidad en el interior del edificio y que, además, en apariencia, fuese igual al Neutralux®.
Todo ello con una lámina acústica L9, sobre una carpintería de aluminio sencilla sobre la que se superponen una secuencia de lamas horizontales, sujetas por medio de una estructura oculta de acero zincado.
El comportamiento del edificio en temporada de refrigeración se resume en importantes reducciones de la radiación solar incidente en fachada y grandes ahorros de consumo eléctrico.
Objetivos cumplidos con el diseño de una fachada con un mantenimiento desde el interior sin tener que recurrir a sistemas mecánicos complejos.
Esta reforma cambia completamente el edificio "Torre M-30" en cuanto a fachada se refiere, lo hace más eficiente energéticamente y moderniza la zona sin necesidad de tirar y reconstruir.