Al desencofrar un elemento de hormigón armado podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de que la superficie interna del encofrado no se reproduce en el elemento, sino que aparecen unas discontinuidades que, efecto estético aparte, pueden tener consecuencias de diversa gravedad en la durabilidad del mismo.
En general, son dos los tipos de desperfectos que se producen con más frecuencia:
• Encapsulado de aire entre la matriz cementosa y la pared del encofrado, que se manifiesta en forma de cráteres de pequeño tamaño.
• Aparición de huecos con el árido grueso e incluso las armaduras a la vista
El encapsulado de aire en el exterior de la matriz cementosa no supone una merma de protección para el elemento, pero sí un inconveniente si luego se quiere aplicar una protección al hormigón como, por ejemplo, una pintura anticarbonatación. En este caso, para asegurar la continuidad de la película de pintura, deberemos rellenar las pequeñas oquedades hasta enrasar con la superficie del elemento, con un mortero de enlucido de grano muy fino, con retracción compensada y que incorpore polímeros en su composición para garantizar la adherencia y la ausencia de mermas por retracción.
Si los huecos son del tipo "nido de grava", las consecuencias para la durabilidad del elemento son muy graves por la práctica ausencia de recubrimiento protector de las armaduras. La vía de acceso prácticamente directa que proporciona a los agentes agresivos (gases, cloruros, agua, etc.) acelerará extraordinariamente los procesos de degradación de las armaduras por corrosión. Es por ello que se hace imprescindible actuar a la mayor brevedad mediante la reposición del volumen de recubrimiento con un mortero de parcheo de retracción compensada, alta adherencia y granulometría adecuada para el espesor a rellenar.
Si la intervención se realiza al poco tiempo de desencofrar, no es necesario procurar una protección adicional a las propias armaduras, ya que el entorno alcalino que les proporcionará el mortero será suficiente para asegurar su pasividad.
Si, por el contrario, transcurre un período de tiempo mayor, o existe riesgo de fisuración posterior del elemento, deberemos asegurar una protección directa anticorrosiva a la armadura mediante el empleo de una lechada cementosa con alto contenido de polímero y agentes inhibidores de la corrosión.
Es recurrente la cuestión de la necesidad o no del uso de un puente de unión en el empleo de los morteros de parcheo. En nuestra opinión, no se puede establecer una regla general y hay que ceñirse a las recomendaciones del fabricante, que es quién mejor conoce el comportamiento de su producto.
Dependiendo de la formulación del mortero, de la preparación y condiciones del soporte y del tipo de solicitación a que estará sometido el elemento en la zona reparada, será aconsejable o no el empleo de un puente de unión específico.