Con más de 30 jornadas de restricciones al tráfico se saldó 2017 en ciudades como Madrid y Valladolid, donde los episodios de alta contaminación se multiplicaron debido a la escasez de lluvias durante el año. Sin embargo, estos niveles de contaminación en las urbes no solo son provocados por la ausencia de precipitaciones o el crecimiento exponencial del tráfico rodado, sino también por el
elevado número de viviendas ‘depredadoras de energía’ .
Más de la mitad de los edificios de España tienen más de 40 años, no se ajustan a ninguna reglamentación sobre condiciones térmicas y energéticas adecuadas para la habitabilidad y, por tanto, carecen de un aislamiento térmico apropiado, lo que les convierte en ‘depredadores de energía’, según la última guía editada por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE) y la Asociación Nacional de Fabricantes de Materias Aislantes (ANDIMAT).
En este sentido, no es de extrañar que de la última actualización de la estrategia española para la rehabilitación energética de edificios se desprenda que cerca de
un tercio de las emisiones contaminantes lanzadas a la atmósfera proceden del consumo de energía en hogares y edificios .
Una de las razones que ha llevado a la Eurocámara a acordar recientemente la necesidad de una normativa comunitaria de eficiencia energética que garantice la descarbonización de los edificios en la Unión Europea antes de 2050. Es decir, antes de entonces los Gobiernos europeos deberán desarrollar estrategias nacionales y detallar inversiones para la renovación de los edificios con el fin de reducir las emisiones entre un 80 y un 95% respecto a los niveles de 1990, según el acuerdo preliminar.
Un adecuado aislamiento reduce un 65% el consumo de energía Y estas obras de reforma y rehabilitación que promueve la UE deben centrarse, entre otros factores, en reducir el consumo de energía. Para ello, es muy importante un aislamiento térmico adecuado que, aparte de reducir hasta más de un 20% las emisiones, pueda también contribuir a lograr una mayor eficiencia económica, ya que con tan sólo aislar las cubiertas y las fachadas se puede ahorrar hasta el 65% de energía de los edificios. Un dato importante teniendo en cuenta que por cada grado que se mueve el termostato la factura eléctrica se encarece un 7%.
Pero, además de un aislamiento térmico adecuado,
otra solución con efectos descontaminantes y también estéticos son las cubiertas verdes o ajardinadas . Una tendencia al alza que integra vegetación en los edificios y que puede llegar a revalorizar viviendas y hoteles hasta un 12%, según estimaciones de Danosa. Y es que estas cubiertas capturan los gases contaminantes y nocivos, estabilizan las condiciones térmicas del edificio, en verano proporcionan frescor y sombra ante la intensa radiación solar, regulan mejor el drenaje y evacuación de aguas pluviales, contribuyen a reducir la demanda de energía de las ciudades, y, por tanto, rebajan la cantidad de dióxido de carbono emitida a la atmósfera.
Una auténtica ventaja medioambiental que permite compensar la falta de zonas verdes en los núcleos urbanos con el impacto positivo que tienen al mejorar la calidad del aire y reducir la contaminación atmosférica, actuando como sumideros de dióxido de carbono. Al mismo tiempo, representan una mejora para el edificio en términos de impermeabilización, aislamiento térmico y acústico.