Dada la situación actual, cualquier precaución y cuidado es poco en la higiene del hogar. Ahora debemos permanecer mucho tiempo en casa y, puesto que algunos estudios señalan que la presencia del virus en las superficies puede prolongarse desde unas horas hasta varios días, resulta necesario mantener una correcta higiene en casa.
Por eso, deben mantenerse limpias todas las estancias (especialmente baños y cocinas, fuente de gérmenes) y los suelos impolutos para prevenir posibles focos y reducir las posibilidades de contagio. En el día a día,
el suelo acumula mucha suciedad por su contacto con las suelas de los zapatos, animales domésticos, posibles restos de comida, etc y por ello la necesidad de extremar su limpieza.
A continuación, te ofrecemos algunos consejos, para
tres tipos de suelo que en su conjunto se caracterizan por su resistencia y facilidad de mantenimiento.
Limpieza de los suelos laminados En primer lugar, conviene aspirar el suelo para retirar la suciedad y polvo. A continuación, pasar una mopa (seca o ligeramente humedecida) y, de forma ocasional, aunque conviene no hacerlo, fregarlo si es necesario, pero evitando un exceso de agua. No obstante, la tecnología de revestimiento "Hydroseal" impide que el agua se filtre por las ranuras.
Este tipo de suelo, por sus características también puede instalarse en la cocina y en el baño, teniendo en cuenta que se tendrá que limpiar con más frecuencia e intensidad.
Limpieza de suelos vinílicos Se trata de suelos, rígidos o flexibles, que se limpian con facilidad. Para su mantenimiento diario lo más recomendable es utilizar una mopa o paño húmedo y evitar las máquinas de limpieza a vapor. La capa superior (sellada con tecnología Stain Guard) contribuye a repeler las manchas y la suciedad, evitando que proliferen hongos y ácaros.
Puede limpiarse de manera sencilla con un paño húmedo y jabón neutro para conservarlo siempre en buen estado.
Limpieza de suelos de parquet Este tipo de suelos de apariencia elegante, disponen de capas protectoras completamente resistentes al desgaste, y conviene limpiarlos preferiblemente con un paño de microfibra, una escoba de cerdas suaves o una aspiradora. En caso de fregarlos, se debe hacer con una fregona bien escurrida y agua templada, aunque lo idóneo es utilizar paños ligeramente humedecidos y de texturas suaves, pues la madera y el agua no forman un buen binomio.