Manuel del Río de la Cal Consejero Delegado Danosa A diferencia de lo que ocurrió en 2008, la construcción no se encuentra en el epicentro de esta tremenda crisis. En aquella ocasión, junto con el sistema financiero, fuimos los protagonistas e incluso, en cierta medida, los responsables de aquella burbuja que al explotar, se tradujo en infinidad de obras paradas, con enormes consecuencias para la economía en general.
Esta crisis actual provocada por el Covid 19, afecta más de lleno a todos los sectores relacionados con la socialización de las personas: hostelería, restauración, turismo, ocio, transporte... con una paralización total de casi tres meses y una reactivación escalonada y prolongada en el tiempo, sin que sepamos a día de hoy cuanto se prolongará y si habrá o no recaídas.
Estos sectores suponen un porcentaje elevado del PIB, y su paralización va a repercutir tremendamente en el resto de los sectores. Si no se toman las medidas adecuadas, acabarán lastrando a toda la economía y retrasando la recuperación.
Analizando el sector de la construcción, la pandemia del coronavirus ha paralizado las obras nuevas en España únicamente dos semanas, en Francia y Marruecos cinco. En otros países ni siquiera ha habido paralización; en Portugal, en Alemania y en Reino Unido ha sido una paralización puntual.
Esto quiere decir que, en el periodo medio de ejecución de una obra nueva de 14-18 meses, estas paralizaciones no son significativas y son en todo caso fácilmente recuperables. Además, hemos observado que la reapertura de las obras ha sido dinámica y con ímpetu.
Sin embargo en España, en las obras de rehabilitación, la paralización está siendo algo mayor dependiendo de las zonas.
Centrándonos en España, la mala gestión de la crisis sanitaria ha perjudicado la situación económica. Esto es fácilmente contrastable con la gestión que se ha realizado por ejemplo en Portugal, donde nosotros estamos presentes desde hace tiempo con dos fábricas y lo hemos podido verificar con resultados fehacientes hasta la fecha. Esta deficiencia en la gestión se ha observado fundamentalmente en dos de las características que mejor pudieran definir lo que debería ser un buen gestor: capacidad de prever y capacidad de asesorarse con los mejores expertos, lamentablemente en ambas salimos mal parados.
Ahora nos toca aunar esfuerzos para recomponer la economía y salir de la crisis. Para ello es fundamental corregir los fallos de gestión y escoger algunos catalizadores o palancas que permitan impulsar la recuperación de la economía. La reindustrialización es un serio candidato a considerar, ya que tendría grandes beneficios a largo plazo, también la construcción se podría convertir en esta ocasión, en una de las palancas en las que apoyarse para disminuir el paro y relanzar la economía.
Con un 14% del PIB español, la construcción y la industria fabricante de materiales es uno de los grandes sectores, que ya ha demostrado que puede generar un millón de empleos por encima de los 1,3 millones que actualmente posee. Para ello sería necesario implementar potentes planes de formación para aquellos que estén interesados en buscar empleo en este sector.
Sería muy conveniente liberar suelo de forma ágil por parte de las corporaciones locales y reducir la burocracia asociada a la obtención de licencias y tramitaciones urbanísticas. Así mismo habría que reducir la tributación a la adquisición de nueva vivienda, o dar prestamos con garantía estatal del 10% del precio de compra de vivienda social y asequible (modelo help to buy ingles). La generación de jóvenes necesita ayuda para la adquisición de primera vivienda y al contrario de lo que piensan algunos, necesitan más oferta de pisos en alquiler para que se reduzcan los precios.
Aquí es donde la colaboración público-privada debería entrar en juego con un plan público de vivienda social y asequible para alquiler a largo plazo. Hay capital privado nacional y extranjero interesado en invertir en España siempre que exista seguridad jurídica y no se intervengan los precios.
Otros dos factores que facilitarán la conversión de la construcción como sector locomotor de la recuperación económica, es el amplio consenso que existe en la sociedad española de considerar los activos inmobiliarios como objetivo prioritario de inversión y como activo refugio en situaciones de incertidumbre. El segundo, es la perspectiva de que los tipos de interés se mantendrán bastante tiempo en niveles muy bajos. Ambos factores incentivarán la demanda, que por otro lado no se encuentra en los niveles de la crisis del 2008 cuando llegamos a más de 700.000 viviendas visadas por año.
Actualmente estamos en 100.000 viviendas visadas, lo que supone una situación radicalmente distinta incluso si la comparamos con la que tuvimos en la crisis del 1992 cuando se visaban unas 160.000 viviendas anualmente.
Esto nos hace concluir que no estamos en una crisis de oferta como en 2008, sino que se trata de una crisis coyuntural de demanda, centrada en determinados sectores como consecuencia del confinamiento y que únicamente si se gestiona mal afectará a la demanda de inmuebles. Esta es una crisis de demanda y no de exceso de oferta, como ocurrió en 2008, que ha sido provocada por un agente externo (virus), donde tanto al sector inmobiliario, como a la construcción y a los fabricantes de materiales, nos coge mejor preparados con una situación financiera más estable, menos endeudados, en definitiva, mejor estructurados. En parte debido a que la propia crisis del 2008 hizo una labor de purga, de ahí que si se gestiona bien, en esta ocasión sin duda saldremos más rápidamente de ella.
Las viviendas que se entreguen en 2020 están vendidas según Asprima en un 90% y las que se entreguen en 2021 están vendidas en más de un 50%. También es un hecho que en determinadas zonas hay escasez de oferta de viviendas.
Adicionalmente, las empresas fabricantes de materiales, con 380.000 empleos, estamos exportando más de 24.800 millones de euros al año, habiendo tenido tasas de crecimiento constantes en las cifras de exportación durante los últimos diez años. Estas exportaciones suponen aproximadamente cerca del 40% del total que se fabrica. Esto demuestra un grado de competitividad muy importante, que debe dar a nuestro sector seguridad y confianza a la hora de afrontar el reto de la recuperación.
Por último, en esta crisis del confinamiento causado por el Covid 19, se ha producido de forma obligatoria un enorme uso de nuestras viviendas. Esto se va a traducir en un estímulo para su la rehabilitación, también en una mayor demanda de espacio útil, más eficiencia energética y en definitiva, en mayor demanda de confort y mejor habitabilidad.
En España hay 25 millones de viviendas, de las cuales el 90% no cumple los requisitos de aislamiento exigidos en el Código Técnico. Incentivando la rehabilitación energética de esas viviendas se podría llegar a evitar la emisión a la atmosfera de 4,2 millones de toneladas de CO2.
Antes del 2050 la Directiva Europea 2018/844 de eficiencia energética de los edificios, obliga a los estados a establecer una estrategia a largo plazo de renovación de edificios para transformarles en eficientes energéticamente. Impulsando este plan de renovación energética conseguiríamos un gran número de empleos de calidad , además de las mejoras ambientales y la reducción de la dependencia energética.
Por todo ello, hay que afirmar que la construcción y la industria fabricante de materiales somos una muy sólida realidad en estas circunstancias, estamos seguros de que nuestra contribución va a afianzar una más rápida recuperación de esta tremenda crisis.