El anteproyecto de Ley del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) contempla un triple objetivo: evitar subidas en el precio de la electricidad, dar señales claras de descarbonización de la economía y aportar certidumbre, sostenibilidad y equilibrio al sistema para movilizar las inversiones necesarias en los próximos años. Sin embargo su resultado será el contrario ya que supondrá un lastre más a la competitividad industrial en un momento en el que las empresas necesitan elevar su competitividad para exportar y mantener el empleo como tractor de la economía española.
La aportación del sector gasista irá en aumento hasta superar los mil millones de euros en 2025, sumando en los cinco años más de 3.000 millones de euros, lo que penalizará el consumo industrial —60% del total— en unos 1.800 millones. En el Fondo no se especifica la cantidad a compensar, que podría ser el 0% o el 85%, y hay que contemplar que Bruselas no ve bien las compensaciones, por lo que posiblemente serán reducidas, lo que hace que el nivel de incertidumbre sea extremo.
La contribución al FNSEE lastrará de nuevo la competitividad de la industria española, perjudicándola gravemente y ampliando la brecha diferencial con su competencia europea en un momento clave en el que los industriales luchan por aumentar su actividad exportadora. Ningún país europeo penaliza así a su tejido industrial. Los costes del gas para la industria española vuelven otra vez más a alejarse de los que pagan sus competidores europeos.
Los costes energéticos son una verdadera emergencia industrial España necesita competitividad energética que evite una progresiva deslocalización de su industria o las producciones se irán trasladando a otros países europeos con costes más competitivos. Desde GasINDUSTRIAL, los consumidores industriales reclaman mecanismos para que los costes de gas se equiparen a los de sus homólogos europeos de países como Francia, Alemania e Italia, o si no terminaremos convirtiéndonos en un desierto industrial.
Es evidente que una transición de cinco años para sustituir el gas en la industria de manera competitiva es realmente imposible. Los desarrollos tecnológicos y sus validaciones van a requerir de un tiempo mayor, más en una crisis tan compleja como la actual para la industria manufacturera. El gas deberá seguir acompañando a la industria en su ruta a la descarbonización.