El mortero constituye alrededor de un 20% del volumen total que conforma una pared; sin embargo, su efecto en el resultado final respecto a su durabilidad y comportamiento es mucho mayor.
Entre las misiones básicas de este tipo de morteros destacan:
- Coaligar los elementos de mampostería.
- Mantener la resistencia necesaria de la fábrica en las juntas.
- Sellar la fábrica haciéndola estanca al agua pero permeable al vapor de agua.
- Permanecer inalterados estética y dimensionalmente o con unas variaciones tolerables.
Estas funciones afectan al rendimiento mecánico de la fábrica construida, que puede tener un carácter resistente (muros portantes de estructura de fábrica); o no(cerramientos, particiones, etc), pero en la que debe limitarse, en cualquier caso, una deformación tolerable. Además, influyen en los aspectos de habitabilidad del edificio, su durabilidad y aspecto.
La selección de un mortero atañe a múltiples variables donde primarían las funciones que debe desempeñar en el elemento donde se integra, así:
1. En muros portantes y muros armados una alta resistencia a compresión será el factor prevalente a considerar.
2. En cerramientos, muros expuestos a acciones horizontales como viento o empujes, o considerables excentricidades, se requerirá valorar especialmente la flexibilidad del conjunto y consecuentemente la adherencia del material.
3. En cerramientos vistos pueden ser especialmente valorables aspectos como la estanqueidad y su acabado o color.
No existe un solo tipo de mortero que sea aplicable con éxito a todo trabajo. El arquitecto debe valorar, en función de las exigencias, que propiedades deben primar al definir el mortero.
Normalmente, los dos parámetros más importantes a considerar son su resistencia a compresión y su adherencia.
La adherencia es siempre un aspecto crítico, pues aparte de su misión aglutinadora, influye en otras propiedades como la resistencia o la estanqueidad del conjunto al agua.
Así, si consideramos un muro interior, de carácter estructural, debemos valorar especialmente la resistencia.
Si hablamos de un cerramiento, debemos de poner especial atención en evitar las filtraciones.
Y por ultimo si el muro es visto, la uniformidad y aspecto estético deben ser muy ponderados.
Propiedades Las cuatro propiedades fundamentales en los morteros son: reistencia; adherencia; estanqueidad y estabilidad.
Resistencia. La resistencia, a compresión, es generalmente el criterio más empleado para identificar y prescribir un mortero, esto se debe a que es una de sus propiedades más importantes y es fácilmente medible; además, de ella pueden deducirse otras características
En el caso de muros portantes, su dimensionado debe ajustarse a soportar esfuerzos de compresión, tratando de evitar flexiones o tracciones en su sección. Ante las solicitaciones de compresión el muro responde con una resistencia que depende de las resistencias de sus componentes, es decir, los ladrillos o bloques y el mortero. El aumento de la resistencia a compresión de las resistencias parciales elevará la resistencia del conjunto hasta cierto punto.
Los factores que afectarán a la resistencia a compresión final de las fábricas son los componentes y resistencia del mortero, la resistencia de las piezas de albañilería, el diseño estructural y la ejecución.
Adherencia La adherencia es probablemente la propiedad más determinante de los morteros en el sistema constructivo de las fábricas, pues de ella depende que los diferentes materiales se comporten y respondan como un único elemento integrado.
La adherencia depende de numerosas variables, el mortero debe ser capaz de absorber los esfuerzos a compression que solicita la fábrica sirviendo de ligante entre las piezas para que no se separen y se originen fisuraciones.
También es importante la resistencia a tracción de un muro de fábrica que viene condicionada por la adherencia entre el mortero y las piezas componentes.
En general, los muros de fábrica deben proyectarse para soportar sólo compresiones pues las tracciones que puede resistir una fábrica son muy pequeñas.
Estanqueidad Una de las exigencias fundamentales de un cerramiento consiste en impedir el paso de agua de lluvia, humedad, etc. a la vez que evitar condensaciones internas.
En los cerramientos de fábrica la estanqueidad se resuelve habitualmente disponiendo una cámara que trasdosa la primera hoja y evacúa el agua por la parte inferior.
Las filtraciones de agua suceden normalmente a través de microfisuras que pueden abrirse entre las piezas y el mortero debidas a una insuficiente adherencia entre estos.
Habitualmente no es en la masa del mortero donde pueden localizarse las principales vías de penetración de humedad sino en la interfase de unión con las piezas de albañilería.
Estabilidad Nos referimos a la estabilidad del mortero en sentido dimensional, es decir, principalmente para evitar o controlar el efecto de su retracción. Estas variaciones se producen en las fases de fraguado y endurecimiento del material
Se distinguen entre retracciones plásticas de secado y retraciones térmicas que vienen de la contracción final del mortero.
Con la evaporación progresiva del agua de amasado y la estructura interna del mortero que es discontinua por la existencia de poros y capilares se origina la coexistencia de una fase líquida y otra aérea, aparecen entonces tensiones superficiales que causan compresiones sobre las paredes de los intersticios acarreando la contracción del mortero.
Este mecanismo se relaciona directamente con el tamaño de los poros existentes, cuanto más elevado es el contenido en finos y el del conglomerante, mayor es la retracción hidráulica potencialmente alcanzable.
Además, el mortero al interaccionar con las unidades de fábrica, sufre la absorción de éstas incrementándose su retracción hidráulica. Este efecto es más acusado cuanto mayor es la velocidad de absorción inicial por la succión de las piezas en contacto.